Vivimos en el laberinto. El laberinto está

dentro de nosotros.
¿Qué hay fuera?. Encuentra las Salidas




miércoles, 24 de marzo de 2010

FLOW


Un estado en el que la persona se encuentra completamente absorta en una actividad para su propio placer y disfrute, durante la cual el tiempo vuela y las acciones, pensamientos y movimientos se suceden unas a otras sin pausa.
Todo el ser está envuelto en esta actividad, y la persona utiliza sus destrezas y habilidades llevándolas hasta el extremo.
La persona está en flow cuando se encuentra completamente absorbida por una actividad durante la cual pierde la noción del tiempo y experimenta una enorme satisfacción.


miércoles, 17 de marzo de 2010


Teseo frente a las adversidades de todo tipo sale bien librado y fortalecido, dueño de sí mismo.
En el curso del tiempo el laberinto atraviesa la vida de pueblos y culturas antiguas dotando de sentido confrontaciones y desplazamientos de los seres humanos. China, Egipto, India, Mesopotamia recurren a estas construcciones; el propio Virgilio confirma su existencia al describir el camino que conduce a la Sibila de Cumas.

El hombre del medioevo solía plasmar en el piso de las catedrales diseños laberínticos. Su significado iniciático, esto es la superación de obstáculos para acceder a la revelación de aquello que por su carácter sagrado se preserva sigilosamente. La construcción de Salomón nos confronta con la Gran Obra de los alquimistas, donde el combate que se libra para acceder al centro, manifiesta los procesos de purificación y realización espiritual del hombre.

En el laberinto del mundo y el paraíso del corazón, del pensador checo del siglo XVII Juan Amós Comenio, el hombre, recorre ciudades y naciones, Reinos e Iglesias, oficios, escuelas y universidades, observando los motivos de discordia, de enemistad, de conflicto, de guerra entre hombres y mujeres, entre pueblos y gobiernos, para, finalmente, recuperar, en medio del desasosiego, del deterioro, del desengaño y de la muerte, la unidad originaria que encuentra en lo más profundo de sí mismo. Éste es el tesoro que custodian celosamente los caminos laberínticos que conducen al centro.

El laberinto es sinónimo de una situación complicada, enredada, para la que no se avizoran salidas fáciles ni inmediatas, pero podríamos sorprendernos al observar rastros que confirman la persistencia de su contenido simbólico: las imágenes que suscita nos colocan precisamente en el ámbito de las paradojas y los dilemas propios de la vida, donde siempre está presente el sentido de la aventura orientado hacia la indagación de salidas, la búsqueda de sí mismo, el florecimiento de lo mejor que está en cada uno de nosotros, la construcción de las propias circunstancias y de las hazañas que hemos de experimentar.

En realidad, el laberinto desde siempre está grabado en el corazón de todos los hombres
http://www.correodelmaestro.com/anteriores/1999/agosto/1anteaula39.htm
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viernes, 12 de marzo de 2010

Tiempo


"No tengo tiempo". Frase Vacía. Puerta Cerrada. No hay salida .

No quiero emplear tiempo. No quiero ver que sí tengo tiempo. ¿tiempo? No puedo,no quiero, no veo no sé... no sé sentir, verte, elegir, disfrutar ,ESTAR... pero claro, No Tengo Tiempo, por eso, no siento, no veo, no eligo, no disfruto... siempre hay algo que hacer, correr, correr, con una pelota en la mano, no se sabe a dónde, en qué partido, con qué equipo, a qué juego. Pero se corre, y no se tiene tiempo para otra cosa.





... Que siempre llegamos tarde a donde nunca pasa nada...















jueves, 11 de marzo de 2010


El Fénix habita el Jardín del Paraíso.
Su hogar es un rosal.
Es capaz de renacer de sus propias cenizas.
También se le atribuye otra habilidad: la de curar enfermedades o dolencias al sólo contacto con sus lágrimas.
Es el resurgimiento espiritual y físico, la pureza y la inmortalidad.
La potencia interior de esta ave se hace evidente al renacer de sus escombros.



miércoles, 3 de marzo de 2010

Rayuela





Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos.” (Rayuela, Julio Cortazar)